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Debo decir que la equiparación de este último [Maradona] con los otros tres [Di Steffano, Pelé e Cruyff] me pareció siempre excesiva. Sin duda Maradona era extraordinário, probablemente más habilidoso o malabarista que ellos. Pero para estar a su nível le faltó, en mi opinión, algo básico: la inteligencia abarcadora. Era muy listo, muy vivo, rápido de pensamiento y de ejecución en el campo, pero, por así decir, con el tuve la impresión de que su cabeza "solo"» funcionaba allí, a ras de hierba. No me refiero a que sus opiniones o actos vestido de paisano, en su vida "civil", dejaran que desear, eso es lo menos en un futbolista, o lo puede ser. Es más bien que, a diferencia de Di Stéfano, Pelé y Cruyff, carecia de la capacidad milagrosa para estar a la vez a ras de hierba y suspendido n el aire, contemplando cada partido desde arriba en su totalidad. Era como si esos tres fueran a la vez actores y dramaturgo de una representación, interpretes y compositor de una partitura musical, personajes y autor de una novela, estrellas y director de una pelicola, a la manera de Chaplin o de Orson Welles.»
Javier Marias, «El estrabismo de los semidioses»,
Harán de mi un Criminal, 2003, p. 275.
Filipe